lunes, 19 de diciembre de 2011

Una buena forma de ir con ganas a Navidad / A good way to look forward to starting your holidays

SPANISH
El lunes, logro a medias de terminar el portfolio que  estaba “prácticamente terminado” (¿lo recordáis?), aunque sí me libré del trabajo sobre el acento Cockney gracias a mi idea (inconsciente) de ir escribiendo en Word todo lo que encontraba para la presentación PPT.
El martes por la mañana, portfolio finalizado, y con éste, ya son dos. Pasando esta vez por alto el detalle del Iceland que todos conocemos de sobra, diremos que pasé la tarde revisando sendos trabajos terminados y preparando las referencias para el tercero (subrayando los libros de la biblioteca, básicamente).
Miércoles: 24 horas para la fecha límite de entrega. Algo había que hacer ya que aún me quedaban dos trabajos por terminar. Bueno, primero tenía que empezarlos. Me llevé desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche para terminar el tercero (¡así lo habré hecho de bien!) y luego empecé el cuarto y último a las 12 y cuarto. A las 3 de la mañana, y con unos 800 palabras (a 200 de las requeridas), paré. Pensaréis que me encontraba inspirado o algo así por la misma presión. Es posible, pero el caso es que era sobre un tema que ya había visto en clase el año pasado, y al disponer de los resúmenes de los capítulos del libro del que hablaba en mi ensayo (“Frankenstein”), todo se hizo más rápido, quieras que no.
15 de diciembre (¡fun, fun, fun!): fecha límite de entrega, tres trabajos hechos (uno desde hace una semana casi, otro en dos días y otro en un solo día) y otro requiriendo 200 palabras para hacer más evidente aún mi condición de español (por si no fuera suficiente con el físico). ¡Estaba a punto de alcanzar la gloria! ¡No podía parar ahí! Me levanté a las 8 (5 horas de sueño, pues) y escribí las 200 palabras. Bueno, en realidad escribí un total de 1098, faltando dos para llegar al límite. Soy un loco, un temerario. Todo al pen drive y a la biblioteca de cabeza. ¡Cómo me alegré de haber conseguido las dichosas hojitas verdes unos días antes, sin prisas! (Para los que no sepan de qué va el tema, esas hojas son unos documentos obligatorios a la hora de entregar casi cualquier trabajo. Se adjuntan con el trabajo, se rellenan los datos del mismo y listo. Burocracia y formalismos).
Tras entregar los trabajos, noté una pérdida de peso. ¡Dios, qué libertad! ¡Ni el genio de “Aladdin” cuando le quitaron las esposas! Sentí que había acabado con el estrés de tres meses de duro esfuerzo, cuando en realidad sólo me había esforzado durante una semana. Comimos en Unichicken y hablamos sobre el Clásico con uno de los empleados. El amigo decía ser madridista por los jugadores turcos que juegan de blanco. Lógico. ¿Pero a que nadie se esperaría que también conociese al Recreativo de Huelva (“Recre” para los amigos) porque hubo un turco (bueno, realmente alemán) jugando hace unos años en el Decano? Vale, posiblemente sí, ¡pero recordaba el nombre del equipo! Ese tipo se ha convertido en mi amigo de forma automáticamente. Por la tarde, a celebrar la libertad yendo de compras (unos vaqueros muy molones) y con la consecuente siesta, que siempre se hace por algún motivo y todos los motivos son perfectamente válidos.
El viernes, último día en Chester antes de Navidad. Día más bien depresivo, aunque con el aliciente de la mini nevada que hubo por la mañana. ¡He visto la nieve! (Soy de Huelva, ¿vale?). A hacer maletas y a dormir temprano para ir a Liverpool a las 6 y media.
En la mañana del sábado, y con toda la ropa de invierno conocida por la raza humana encima, viaje al aeropuerto John Lennon, trámites casi sin colas hasta llegar al avión y vuelo de dos horas y media (media hora antes de lo previsto) en el tuvimos tiempo para reflexionar sobre los posibles principios morales que pudieran haber empujado a los de Ryanair a encender la calefacción en aquel avión y para no dar crédito a la estampa veraniega que divisábamos sobre el sur de Portugal: sol cegador, agua celeste, ni una nube en el cielo y mis gafas de sol, las cuales dejé en Chester porque mi portátil había estado mostrando el tiempo en Inglaterra parejo al de Andalucía. Deben estar riéndose de mí desde el interior del cajón de mi cuarto.
Al llegar a Huelva, degustación de la gastronomía local basada en puntillitas, chocos fritos, pulpo a la gallega (pero servido en Huelva) y presa ibérica. Un descansito, una ducha y al pub “Molly Malone” para el rencuentro con los colegas y las diversas anécdotas por contar.
Hasta aquí “Chocos & Chips”, amigos. Más, y quizás mejor, a la vuelta de las vacaciones. Nos vemos en 3 semanas.
ENGLISH
On Monday, finishing my “practically finished” portfolio (do you remember?) was an achievement halfway, though I did do my assignment about Cockney accent thanks to my (unconscious) idea of writing in a Word file all the information I got for the PPT presentation simultaneously.
In the next morning, my portfolio was finished, and this is the second one. Avoiding this time the details about Iceland that we all know perfectly, we’ll say I spent the evening looking over both done assignments and preparing the references for the third one (basically underlining the books I borrowed in the library).
Wednesday: 24 hours for the deadline. I had to do something because I had to finish two more assignments. Well, I had to start them firstly. Finishing the third one took me from 8 a.m. to 10 p.m. (so I’m sure I did it very well, then!). I started the last one at 12.15 a.m. and stopped at 3 a.m. when reached 800 words (200 more words required). You must think I was inspired for pressure itself or something like that. It’s possible, but the thing is that this assignment was about a topic I had already gone through last year and, as I kept the chapters of the book it was about (“Frankenstein”), everything flowed better, as you can guess.
15th December [joke above not found in English] (it was a kind of Christmas carol singing “25th of December... FOON, FOON, FOON!” used in jest every time someone says “on (whenever) of December”, but I think that carol doesn’t exist in English, so laugh politely as if there were a funny joke in this gap, please): deadline, three assignments done (the first, one week ago; the second, in two days; the third, in just one day), and a fourth one needing 200 more words to make even more obvious my condition of Spaniard (just in case my look is not enough). I was on the edge of glory - like Lady Gaga -, so I couldn’t stop! I got up at 8 a.m. (so just 5 hours sleeping, then) and wrote those 200 words. Well, I actually wrote up to 1098, stopping two words from the limit. I’m a fearless bastard. I copied everything in my memory stick and went directly to the library. I was so glad I got the bloody green cover sheets some days before to avoid this stressful day! (If some of you don’t know what’s wrong with those cover sheets, I will tell you they’re the documents required to submit almost every assignment. You must attach them to the assignment, fill them in with the details about it and that’s ok: bureaucracy and formalisms.
After submitting all the assignments, I felt I put off weight. Gosh, this is freedom! I felt better than the genius in “Alladin” when he was released! I felt as if I had finished with three stressful months of hard working, but I had actually worked hard for one week. We ate at Unichicken and talked about the Clásico with one of the members of staff. The guy said he was for Real Madrid because of the Turkish ‘white’ players. Fair enough. But, would you expect he also knew Recreativo de Huelva (a.k.a. “Recre”) because there was a Turk (well, actually German) playing some years ago in the most ancient Spanish football club? Ok, it’s quite probable you would, but he did remember the name of the team! That guy has become my mate automatically. I celebrated my freedom by going shopping (I bought the coolest jeans ever) and having the consequent siesta, which is always carried out for any reason and all the reasons are perfectly valid.
Friday was our last day in Chester. It was actually a pretty much depressive day, but it snowed a bit in the morning at least. I saw snow! (I’m from Huelva, ok?). It was time for packing and going off bed soon to leave at 6.30 a.m.
On the morning of Saturday and with all the winter cloths known by humankind on, we were given a lift to John Lennon Airport, formalities and practically no queues in our way to the plane, and a two hours and a half flight (half an hour sooner than expected) to reflect on the possible moral principles which could have moved Ryanair staff to think we needed to be warmed in that crowded plane and to get astonished at the summer picture beheld from the windows above the South of Portugal: blinding sunshine, sky blue sea, a cloudless sky and my sunglasses, which I left in Chester because my laptop showed me a rainy weather in Chester and Andalusia alike. They must be laughing at me from the inner of the drawer there in my bedroom.
Once in Huelva, a tasting of the local gastronomy: “puntillitas” (baby cuttlefish), “chocos fritos” (fried cuttlefish), octopus with red pepper (this is a Galician dish, but I ate it Huelva, so what?) and “presa ibérica” (Iberian pork). I took a rest and a shower, and straight to the irish pub “Molly Malone” for the first meeting with my mates and the anecdotes to be told.
Well, mates, “Chocos & Chips” closes for Christmas. You’ll have more, and maybe better, updating after holidays. See you all in three weeks.

“Tarde a clase” la pasa a “PPT”, pero se la roba “Tiempo libre”, que acapara la bola… ¡falta de “Portfolio”! / “Oversleeping” passes to “PPT”, but “Spare time” recovers it and goes all the way on his own…. “Spare time” is tackled by “Portfolio”!

SPANISH
Comenzamos con el lunes y yo lo hice unos minutos más tarde de lo normal porque la mezcla de leche caliente con miel y naproxeno antes de dormir es súper efectiva. Estaba tan confuso que me herí a mí mismo (chiste friki). Llegué tarde a clase 40 minutos (20 según la hora española porque la profesora se solidarizó con su paisano y también llegó 20 minutos tarde). Otra clase, Unichicken, una clase más con debate incluido sobre política, y preparación de una presentación PPT (y esto es cierto) hasta las 3 de la mañana sin café ni siesta como alicientes. Ni yo me reconocí.
El martes, clase más o menos improvisada sobre “Drácula” (ésta empezó a su hora gracias a la contribución de todas las partes), sesión de español con juegos como el “Scattergories” y el “¿Qué tengo en el coco?”, trabajo en grupo con el mencionado PPT y a dormir. Algunos retoques al PPT y al consecuente ensayo, y finalmente, la jornada fue rematada con una sesión de cine: REC.
El miércoles, de vuelta a la biblioteca para terminar POR FIN con el PPT (no sé cómo no soñé con las diapositivas) y sacar libros de cara al resto de trabajos. A comer, a dormir y trabajar otra vez, pero con la sensación de haber completado medio año después de dedicar tanto tiempo (quizá demasiado) a la dichosa presentación.
El jueves debió ser el día que adelantara algún trabajo, pero en su lugar me dediqué a sentir el fluir del tiempo entre clase y clase, perdiendo la mañana entera, hasta la tarde, cuando al fin me puse a ojear los libros de referencia para los trabajos y, ya a las 12 de la noche, a practicar para la presentación del día siguiente.
El viernes, unos minutillos practicando antes de una presentación con varios apuntes: exitosa por lo general, sin preguntas por parte de la profesora, su especial agradecimiento hacia mi persona por la forma en que realicé mi parte (fui reproduciendo varios sonidos con mi propia voz para explicar cómo se pronuncian las palabras en Londres y cómo en inglés estándar), y chocolate (del legal) para todos por ser Navidad. Al llegar a casa - ¡ECO! - comida rápida para finiquitar las compras navideñas y los caprichos derivados de un nuevo caso de arrebato consumista. Ni de coña acabé con las compras (para la semana que viene será…). Tras una siesta para bajar el subidón del “shopping”, noche tranquila ida a mayores: 10 minutos en Powy’s Court, todos al Temple Bar y a cerrar la movida en CH1 hasta las 3 de la mañana.
El sábado tocaba el evento más importante del año salvando la jura de Rajoy: el Clásico. Nos fuimos a George & Dragon para desafiar el límite de capacidad del local. Calculo que más o menos tropecientas personas abarrotaron aquello para ver el Madrid-Barça aquella noche. Franceses, alemanes, chipriotas, griegos, georgianos, ingleses y un par de españoles vibrando con el juego de pies de Víctor Valdés y alabando el juego limpio de Pepe. Una reunión increíble que siguió en Liverpool Road para el cumpleaños “sorpresa” de un español: globos escritos en varios idiomas, concurridos pasillos, disputas por usar uno u otro iPod (el mío es mejor, el mío es más guapo), una chica absolutamente neutralizada por Morfeo tras una astuta trampa por parte de Baco que yacía en una cama bajo la montaña de abrigos de los invitados, una conga… (que cada uno vea eso último con algo positivo o negativo).
El domingo tocó hacer algo sí o sí. Momento de empezar el “facilísimo”, pero aún no escrito portfolio. Empezado y casi terminado al acabar la semana. Motivación más que suficiente para lo que se avecinaba.
ENGLISH
We start on Monday, and in my case, a few minutes later because the combination “hot milk with honey + naproxeno (stronger than paracetamol) + going to bed” is super effective. I was so confused that I hurt myself (geek joke). I was 40 minutes late (20 minutes according to the Spanish time because the professor sympathised with a compatriot and was also 20 minutes late). One more lecture, Unichicken, another lecture, now including a debate about politics, and work on a PPT presentation (and what follows is true) till’ 3 a.m. without the extra motivation that a cup of coffee and a siesta always guarantee. I don’t recognise myself after such a deed.
On Tuesday, a pretty much improvised lecture about ‘Dracula’ (this lecture did start on time thanks to both parts’ contribution), session of Spanish with games such as ‘Scattergories’, group work on the aforesaid PPT, and a siesta. Some changes on the PPT and the subsequent essay, and finally, the day ended up with a movie session: REC.
On Wednesday, back to the library to finish FINALLY the PPT (I don’t know why I didn’t dreamt about slides in the end) and borrow some books for the forthcoming assignments. Once again, time for lunch, siesta and homework, but with a feeling that I’ve already completed a whole semester after devoting so much time (too much, maybe) to the bloody presentation.
On Thursday, I was supposed to work a bit on any assignment, but I preferred to feel time flowing from lecture to lecture instead, and thus, waste the whole morning. It wasn’t till’ the evening that I started to look over the books I had borrowed in the library, and it wasn’t till’ midnight that I determined to practise for my presentation at noon.
On Friday, I kept on practising a few more minutes before a presentation with some relevant notes: thoroughly successfully, with no questions from the professor’s part, and with a special gratitude towards me for the way I presented my slides (I realised several sounds with my own voice to explain how they are made both in London accent and RP English), and (legal) sweets all around for Christmas. Back home - sweet home -, I lunched in a hurry to finish my Christmas shopping and satisfy a new series of whims proper to this confessed shopaholic. Did I not finish my Christmas shopping at all (in the next week hopefully...). After a siesta to calm down my third shopaholic fit, a normal night went hard: 10 minutes at Powy’s Court, then moved to Temple Bar, and finally to CH1 till’ 3 a.m.
On Saturday, we had the most important date of the year besides the turn in the government of Spain (worldwide relevant): the “Clasico”. We went to George & Dragon to challenge the limits of capacity of the premises. I work out around a lot of people packed George & Dragon to watch Madrid v. Barça that night. French, German, Cypriots, Greeks, Georgians, English and a couple of Spaniards delighted at Valdes’ skilful feet and Pepe’s fair play. An incredible meeting that went on in Liverpool Road for the “surprise” birthday party we staged for a Spaniard: balloons with messages in different languages, crowded corridors, argues to use one’s own iPod (mine’s better, mine’s prettier), a girl simply neutralised by Morpheus after a cunning trap thought by Bacchus who lay on a bed below a heap of coats, a conga... (you’re free to see this last as positive or negative).
On Sunday, I had no choice: time to start the easiest, but not written yet portfolio. Started and practically finished at the end of the week. More than enough motivation for what followed.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Y al tercer día, descansó

“Lunes”: así podría resumirse el comienzo de semana. Cansancio, aburrimiento, McDonald’s… genial. Tras 4 horas dando una clase y observando otra, corriendo al centro a comer y corriendo a la universidad a imprimir documentos para una clase de 1 hora que pasa como si fuera de 15 minutos. ¡Anda que no me iba a echar yo la siesta a las 6 de la tarde ni ná! El resto de la tarde, como un zombi que acusa el cansancio derivado de la mala distribución de las horas de clase y que se cansa más todavía sabiendo que tiene que levantarse a las 8 para ir a clase.
A la mañana siguiente, y más armado que abrigado, a clase (tarde) para hablar de Drácula y de otros temas que, por una razón u otra, llegaron a ser tratados, como por ejemplo, la forma de beber de los ingleses (95% de la clase) frente a la de los españoles, húngaros y americanos. Resultado: los británicos quedaron como unos auténticos adoradores de Baco cuya única preocupación es entrenarse para la nueva entrega de una saga que, seguro, todos conocemos, pero que en este caso debería llamarse “British Pie”. Tras esta “embriagadora” clase sobre… literatura, me quedé con ganas de estrés y me volví loco buscando un ordenador para imprimir unos archivos. Se ve que alguien del campus estaba enfermo o se había matado con otro por conseguir un puerto USB, porque había un sitio libre. Clase de español sobre cine, compras en Iceland, pasta para comer y siesta de 1 hora, hora y cuarto, hora y media… ¡ya ha llegado el reparto! Tarde de leer… ¡huy, casi!
Miércoles, y ahora sí, había que hacer algo (después de ver el calendario). Un poco de búsqueda entre libros, pollo al horno con patatas y fiesta de cumpleaños por la noche. Quedarse dormido en la siesta en, sin duda, el colmo. Me levanté a las 7 tras tres horas cogiendo impulso y me senté al ordenador para hacer algo (¡oye, que es en serio!). Me enteré por un mensaje a las 8 de la tarde, y con la taza de café presente, que tenía que llegar al club antes de las 9 si no quería pagar. En realidad ya había almacenado antes esa información en mi base de datos, pero las desinhibidas semanas del comienzo de la Erasmus quedan ya tan lejos… Operación “It’s free”: a la carrera por darse una ducha y cenar para entrar gratis. Lo hicimos, llegamos antes de las 9. Concretamente a las 9 menos 3 minutos, así que a pagar.
Nos pasamos allí hasta las 12 de la noche viendo el fútbol, hablando y bailando entre animadoras disfrazadas de policía y Hulk Hogan. Nota mental: no volver a hacer aquello de ponerse de puntillas a lo Michael Jackson si se tiene una contusión en un dedo. Vi luces más brillantes que las de los focos. Sin embargo, yo no fui el que perdió la dignidad aquella noche con tal “hazaña”, ¿o debo empezar a hablar de nuevo de la forma de beber de los ingleses? A las 12, acabó la cuenta atrás (chiste de nivel) y fuimos a Rosies, donde, tras pagar 3 libr… ¿5 dices? Pues eso, 5 libr… ¿por qué me ha devuelto sólo 4 libras si le he dado 10? Comprendo. Dejando a un lado lo que pude pagar y lo que no, centrémonos en la noche en Rosies, que tiene miga. Mientras la chica del guardarropas guardaba mi chaquetón, percibí un videoclip de una canción ochentera muy conocida, el YMCA, y pensé “¡bah! Siempre ponen videos de los 80”. Al entrar en la pista, a modo de feria, colgaban banderitas... arcoíris. Ahora ENTIENDO lo de las 6 libras. ¡Era la “YMCA Night”! Bueno, si hubiera sido sólo por la música de Queen y Village People, me habría alegrado incluso de haber pagado tanto, pero no concibo que el dj, no contento sólo con no escarmentar y usar más el micro que la mesa de mezclas, nos “regalara” temas navideños y dos de las peores contribuciones de España a la cultura global: la “Macarena” y el “Aserejé”. Los guiris parecían contentos, pero los españoles parecíamos los moais de la Isla de Pascua. Si a eso le sumamos que tuvimos que separar un bronca derivada del fiel culto a Baco arraigado en Gran Bretaña, entenderéis que nos fuéramos a la 2ª planta, donde el dj sí había jugado al “DJ Hero” al menos una vez para comprender cómo funciona todo dentro de la cabina: música dance (mezclada a veces, pero bien mezclada). Hasta las 3 de la mañana. Ya sabemos a qué planta tenemos que ir la próxima vez.
Jueves post-fiesta entresemana con dos clases, una lasaña de ternera de por medio y una siesta previa a ese hueco entre el café y la cena. Buena forma de recuperarse.
Viernes de presentaciones sobre los acentos de Tyneside (al norte de Inglaterra) y Australia (algo más al sur), de un segundo arrebato consumista en Primark, uno de mis lugares de culto preferidos, y de una agradable noche en Temple Bar, donde se trataron temas tan trascendentales como el sorteo de la Eurocopa y la web 9GAG. Nada mal.
Sábado de estudio, de un salmón al horno que pasó de nórdico a africano y de una salida de “tranquis” con el rumor de una fiesta en casa de una española de fondo, pero resultó ser el eco de un rumor sin fundamento (estoy ganando nivel al teclado).
El domingo no pintó muy diferente, pues la patada que recibí hace dos semanas me tiene aún apartado de los terrenos de juego (menos mal que no fue una rotura de fibras). Intento frustrado de retirada de libros de la biblioteca sin la tarjeta (me di cuenta después de hacer todo el camino), trabajo y limpieza del botiquín después de percibir varias manchas producto de mi torpeza a la hora de cerrar el bote de Betadine.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Objetivo: sobrevivir hasta el viernes

Lunes por la mañana: preparación del guión para leer durante la presentación, presentación misma (un éxito, según mis compañeros), almuerzo en un “fish & chips” llamado “Chip-O-Dee”, donde nos hicimos colegas de la rumana y el turco que nos atendieron, y nueva clase a las 5 de la tarde antes de darme cuenta de que no tenía ganas de leer la historia que tenía que leerme para el martes. En su lugar, me dediqué a escribir la entrada de la semana anterior, porque no puedo fallarle a mi público. La sorpresa del día fue descubrir que los mini pastelitos de verdura orgánicos que me ha dado por comprar son de la granja de Paul y Linda McCartney. Sí, esa misma cara se me quedó a mí cuando vi su foto por detrás y el nombre de Linda por delante.
El martes fuimos a la clase sobre literatura gótica para ver cómo David Hasselhoff hacía de Jekyll y Hyde al mismo tiempo en una ópera, en la clase de español tuvimos, curiosamente, la mejor sesión en lo que llevamos de curso. Y digo curiosamente porque trataba sobre la lectura. Por si por algún casual estáis pensando “es que en Inglaterra son más de libros que en España” o algo por el estilo, dejadme deciros que 5 de las 6 chicas de mi grupo confesaron no sentirse entusiasmadas con la lectura. Como en casa me sentí. Tras la clase de español, a esperar a los dos ingleses con los que iba a preparar una presentación sobre el acento cockney (o de Londres). La única anécdota que hay en esta historia es la encuesta que dos chicos pretendían hacerme: “¿cuáles son tus objeciones con respecto a la fe cristiana?”. ¡Qué ojo tuvieron a la hora de elegir encuestado! “Si estás ahí arriba, por favor, sálvame, Superman”, pensé. En ese momento, apareció una de los dos ingleses que estaba esperando y pude alegar que tenía prisa. ¡Madre mía…!
Tras una mañana tan interesante, espagueti y siesta para hacer casi nada por la tarde, salvo algunas tareas atrasadas, vaciar con la ayuda de un buen café una caja de dulces comprada allá por la semana del 23 de octubre, y ver morir mi bombilla. Telecasero al rescate en 10 minutos con una bombilla de bajo consumo.
El miércoles estaba destinado a seguir preparando dichas presentación y a empezar “Drácula”, pero entre la hora a la que me levanté y otras razones derivadas del principio de la pereza, sólo leí “Drácula”… y una hora antes de acostarme.
El jueves, algo más de “Drácula” por la mañana antes de ir a clase, clase sobre el inglés de Irlanda, una nutritiva hamburguesa y a clase otra vez para hablar de “Doctor Fausto”. Siesta de 5 a 6, café de rigor y a dedicar una tarde entera a Drácula. Esta vez no fue una, sino 2 horas las que estuve leyendo.
Viernes para disfrutar. Mini-compras por la mañana, mini-clase de enorme aburrimiento, nuevo libro para leer (“El rey Lear”) (¡No más, por favor!) y a casa a comer burritos, pero con carne de pollo. Por la tarde, mini-arrebato consumista en “Primark”: tres pares de zapatos por 36 libras (primero Iceland y ahora esto…). Una siesta para bajar el subidón y noche en CH1, el bar de la Students’ Union, con buena música, buena compañía y buen ambiente (básicamente, porque estaba medio vacío y se podía bailar).
El sábado por la mañana fuimos a Manchester. Llegamos 10 minutos antes de que llegara el tren... según los horarios, porque el tren salió 5 minutos antes de nuestra llegada. Una hora más tarde, subimos y llegamos al destino sobre el mediodía. Nos tiramos la mañana recorriendo el mercado de Navidad entre puesto de todos los países (sí, había uno de España, con paelleras y todo), comimos en Subway para variar tras pasar con cierto masoquismo por la calle dedicada a la cocina francesa (pollo con mostaza, crepes, galletes, chocolate con leche…), tomamos un café en “Druckers” (señoras tazas las de tamaño normal) y cogimos el tren de vuelta para prepararnos para una fiesta Erasmus, pero esta vez con comida (cena gratis). Preparamos un poco de pa amb tomàquet y nos fuimos a no sé dónde en taxi (en el conductor confiábamos). Morado me puse. Parece ser que la palabra “comida” fue clave para congregar a tantísima gente (¡madre mía!).
El domingo, a dormir la mona y a comer como si no hubiera mañana (y como si no hubiera habido noche de comilona tampoco) para explicar por qué me quedé dormido en la siesta. Algo de limpieza del hogar, algo de no hacer nada (para luego arrepentirme a la mañana siguiente, seguro) y a dormir. Un domingo de lo más estresante, sin duda.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Quien algo quiere...

El lunes, tras las interesantísimas clases de por la mañana, fuimos al Unichicken y comimos rápido por si el casero aparecía para realizar unos arreglillos. Os cuento: resulta que el domingo (no, no lo busquéis porque se me olvidó publicarlo) me hallaba tan tranquilo en mi cuarto por la tarde cuando de repente noté ALGO, una presencia, una perturbación en la Fuerza… bueno, en realidad vi una sombra nada más. Se coló una abeja. Claro, el hecho de tener la ventana y la puerta cerradas me hizo dudar, quieras que no, puesto que todo estaba herméticamente cerrado… salvo la chimenea. Lo que tuvo lugar en esta habitación era digno de un programa tipo “Supervivientes”, pero con más clase. La abeja se alojó en la lámpara y no quería echar a volar, así que, tras observar a la presa durante unos minutos, nos decidimos a esperar a que bajara hasta una posición menos dañina para el mobiliario si no quería pasarme la Erasmus escribiendo a la luz de las velas. ¡Zasca! Cual platillos, se encontraron las suelas de las babuchas la una a la otra para hacer aterrizar a la inquilina exenta de alquiler… sobre mis vaqueros. Razón de más para rematarla en el suelo (y ahorrarle sufrimiento, claro).
El caso es que el casero no aparecía y mi siguiente clase empezaba en una hora, por lo que decidí hacer un homenaje a la noble tradición de la siesta. Creo que activé su busca o algo así al tumbarme en el colchón, porque fue empezar a coger el sueño y aparecer el casero con un rollo de cinta aislante. Somnoliento, pero libre de abejas.
El martes, lo mejor tuvo lugar en la biblioteca (¡qué triste…!). Resulta que mi sesión de español trataba sobre la música, así que me llevé el portátil y les enseñé varias canciones a las chicas de mi grupo… a la par que al resto de la biblioteca. No era tan difícil decir que el volumen estaba muy alto o que el cubículo semi-cerrado en el que estábamos hacía de amplificador. Tuve que deducirlo por sus caras muertas de la risa. Ahora, todos conocen “Sin miedo a nada”, de Álex Ubago y Amaia Montero.
El miércoles me leí “Doctor Faustus” para el jueves y empecé a tomar apuntes para una presentación para el lunes (dos subrayados, tampoco nos pasemos). Día de libros mientras el resto perdía el tiempo en una mega fiesta en Off the Wall. Además, nos enteramos de que el viaje a Manchester planeado para el sábado, y para el cual ya habíamos firmado, se había aplazado.
El viernes nos comunicaron que el aplazamiento para tal viaje se aplicaba sólo a los alumnos del campus de Warrington (tres pueblos después del 5º pino), por lo que nos quedamos sin viaje… organizado por la UoC. Partido internacional con los Erasmus por la tarde y, como hecho reseñable, mi pisada sobre el gemelo de un estudiante alemán previo grito de guerra al estilo Gravesen. Fue su culpa por cruzarse en la carrera; yo pretendía asustarle. Por la noche, pre-fiesta en Powys’ Court y fiesta en la selecta disco de tres plantas conocida como “Cruise” (Tom no trabaja allí). Tan selecta era que me prohibieron el acceso con mis bonitos zapatos de Pull & Bear. No pude entrar hasta coger los zapatos de un Erasmus muy enrollado que me dio sus llaves para ir a buscarlos a su residencia, la cual quedaba como a media hora de la discoteca (más el tiempo que nos llevó encontrarla en la mal iluminada calle donde estaba). Sobre la 1 conseguí llegar a la discoteca, el portero me dijo que así estaba “mucho mejor” y finalmente pude conocer aquel pedazo de local, y entender por qué era tan selecta.
El fin de semana, resaca, arroz con curry para cenar y salida “de tranquis” de entrante. De primer plato, fútbol 7 por la mañana con derrota por 1-0 contra el 3º de la liga (ganó 7-0 el primer partido), lesión en el dedo gordo del pie, pachanga posterior de fútbol 11 y ducha y plato de macarrones merecidos. De plato principal, tarde entera de preparación de la presentación sobre el acento de Chester que, voluntariamente, había elegido hacer (tanto para el lunes siguiente como sobre tal tema). Hasta las 2 de la mañana, como mandan los cánones.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Tres días para descansar y otros cinco de entrenamiento

Un nuevo lunes agotador, pero con un nuevo aliciente (que lo hace más agotador aún): la clase de 13:00 a 15:00 es, de ahora de adelante, precedida por otra de 11:00 a 13:00 basada en la observación del planteamiento y transcurso de una clase de español. Básicamente, se trata de sentarse aparte y tomar notas mientras el resto atiende y te pregunta por las respuestas cada vez que la profesora se ausenta. En el descanse de 15:00 a 17:00, comida en McDonald’s y café revitalizador en Starbucks, acompañado de su “muffin” de chocolate con tropezones de chocolate y crema de chocolate por dentro (pero baja en grasas). Por la tarde, adquisición de una sudadera de la UoC y tarde de perros en West Lorne Street.
El martes, una clase de dos horas que terminó antes de lo normal porque a la profesora le salió de la docencia, clase de español y compra en Iceland - ¡oh, todopoderoso! – antes de comer y contarle cómo ha ido la mañana a la almohada. Sobre las 17:00 (mi hora de finalización de la celebración de la siesta), decidí quedarme 5 minutos más tumbado hablando con la almohada, pero uno de los trabajadores de Iceland tenía una idea mejor: llamarme para decirme que la furgoneta se había estropeado y que nos mandarían el reparto a la mañana siguiente.
“¡Miércoles, día libre!” O eso es lo que habría dicho si no fuera porque ni siquiera había empezado un comentario sobre un artículo periodístico que pude haber terminado en la Development Week, haciendo un hueco entre fiesta y siesta. Total, que, al parecer, fuimos varios los Erasmus que nos pasamos el día entero haciéndolo para poder entregarlo a la mañana siguiente antes del mediodía (más que nada por el público asistente a la oficina).
El jueves, las prisas por entregar dicho comentario antes de las 11:00 y, así, poder entrar a tiempo en clase. No sólo conseguí hacerlo, sino que además conseguí aguantar despierto durante las dos horas de clase de la tarde (sobre un texto que no me había leído) con la única ayuda de un café. Orgulloso halléme de mi humilde y somnolienta persona.
El viernes, una clase que no pasará a la historia ni mucho menos (todos contando cómo fue la noche anterior tanto en persona como por Facebook mientras esperaban a que pasara la hora), compras en Tesco Home (allá por el 5º pino), comida rápida a la vuelta, fútbol 7 entre Erasmus a la luz de los focos y bajo una fina lluvia (¡eso es vida!) y velada nocturna en Powy’s Court, una residencia bastante popular a la que, irónicamente, nunca había ido.
El sábado, los españoles y algunos fans alemanas y franceses nos congregamos en George & Dragon para ver el Inglaterra-España en un bar victoriano acondicionado tanto para las comidas familiares como para las noches de pintas y billares. Lo más reseñable, aparte de la asistencia movida por el patriotismo, fue mi episodio con la bandera que me llevé: se encasquetó de tal forma en la cremallera de la chupa que rozó el estado líquido para luego solidificarse de nuevo y pasar a formar parte de mi vestuario. Cual mago practicando el truco del pañuelo, me acerqué a casa al acabar el partido (bien jugado, Italia) y, emulando a los dirigentes del país, hice recortes en España. Sí, tuve que usar las tijeras.
El domingo, comenzó la liga del club de fútbol 7 y nosotros, ya con nuestro equipo definitivo, que viene a llamarse algo así como “Las ardillitas de Gordon”, empatamos a 1, aunque jugando bastante bien, y nos fuimos por nuestra cuenta a una pista cercana a jugar un 5 contra 5 para ganar puntos de compenetración, como en el FIFA. Contentos con la mañana (con unos 15º y parcialmente nublada, por cierto), nos duchamos, nos dimos un atracón de pasta y pasamos una tarde ermitaña en nuestras habitaciones para recordar por qué nos han permitido venir aquí: tenemos que estudiar.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Dando lo mejor de mí

La Semana de desarrollo personal me ha valido para desarrollar un problema personal que tengo: la pereza a principios de curso.
El lunes, Halloween para más inri, nos dimos una vuelta para ver si las tiendas ofrecían disfraces y/o maquillaje interesantes, pero no. Lo que más abundaba en las tiendas eran las placas de aluminio con agujeritos de las que salían las perchas de los productos. Así que nada, un Halloween “au naturel”, o lo que es lo mismo, “sin ná”. Por la noche, a una hora y algo de la fiesta de disfraces de Scotia House, se nos ocurrió colarnos en una sesión de maquillaje y el resultado fue el muñequito de “Saw” y el Joker de “Batman” (bueno, más bien su zombi). Buena noche seguida por una visita al famosísimo “Rosies”, al cual no había ido aún un servidor (sí, es cierto, seguidores Erasmus). Resulta que el Rosies se diferencia del resto por sus dos plantas y por la música que el DJ pone entre comentario y comentario.
El martes, el miércoles y el jueves nos llevan hasta el viernes, cuando batimos todos los registros e hicimos una distancia de 20 minutos en dos horas buscando el punto de reunión de varios españoles antes de salir de marcha. Llegamos, saludamos y nos fuimos a Rosies para escuchar un ratito al DJ y, sin poder remediarlo, las canciones que interrumpían su interesante discurso sobre nada.
El sábado, la “Bonfire Night”, un espectáculo de fuegos artificiales en el hipódromo de Chester para conmemorar el frustrado intento de Guy Fawkes de prender fuego al Parlamento británico. Cuando expliqué a cierta persona que los niños van por la calle pidiendo peniques para petardos, esta persona respondió: “a mí me viene un niño pidiéndome dinero y le doy un euro para que queme el Parlamento (español)”.
El domingo, fútbol al estilo inglés: codazos, agarrones a lo Valderrama y todo eso que hace tan grande este deporte. Se liberó tensión al menos después de tan ardua semana. Ahora a hacer el trabajo que tenía que hacer.

domingo, 30 de octubre de 2011

San Perezoso 5:1

¡Lunes! Tras un vaso de leche caliente (en mi taza de la UoC) y un paracetamol, ¿quién dijo resfriado? ¡Me he levantado bailando! (antes de llegar a las escaleras paré). Estoy como nuevo, no noto nada y gasto la mitad de pañuelos gracias, en parte, al purificador de aire que había en mi cuarto cuando llegamos. El resto del día, un petardo salvando la comida en el Burguer King (aquí también sabe mejor que el McDonald’s) y el paquete llegado desde Huelva con amor: el nuevo disco de David Guetta. Vaya partida de caja que hubo en la casa. ¡Os quiero, tíos! ¡Muchas gracias! J

Llegó el martes más prometedor hasta el momento. Una clase de dos horas sobre Frankenstein a las 9 de la mañana a la que llegué si notar a penas el frío gracias a la combinación paracetamol-leche-taza mágica que convierte toda bebida en hidromiel. Sesión de español con mi grupo de guiris aspirantes a sufrir el modo de vida español en un futuro, sesión vespertina con mi grupo de guiris que me dejaron en la puerta del George & Dragon esperándolas y sesión de “Language Café” en The Pied Bull a la que asistimos de los primeros y de la que nos fuimos los últimos (somos unos cierrabares). Conocimos a más españoles en el mundo, concretamente de los desconocidísimos pueblos de Sabadell y Terrassa, e intercambiamos impresiones sobre Chester y cuestiones sociolingüísticas relativas al territorio español. En mi salsa, vaya. A las 10 y media más o menos, a casa a cenar.
Miércoles. Parece increíble pero me quedé en casa leyendo la Biblia en lugar de salir. Como suena. Teníamos que leernos el Libro de Job, así que nada. ¿Pasamos al siguiente día y como si no hubierais leído nada? Gracias.
Reventón con las dos clases del jueves (con la de 3 a 5 sobre el Libro de Job, más que nada). Siesta épica y evasión de las tareas académicas para finalizar. Noche de Facebook y preocupación bajo mínimos a la hora de hacer dos actividades y leer tres capítulos densos (“mu” densos) sobre dialectos y acentos británicos.
El viernes, una clase: la clase de las actividades que no hice. En un ataque incontrolable de responsabilidad, hice las actividades en 20 minutos para que luego no preguntaran ni por ellas ni por los capítulos del libro que abrí sólo para contar las páginas. Tras 50 minutos más bien perdidos de clase, compras en Tesco, almuerzo, siesta, cena española (pa amb tomàquet) y fiesta en Scotia House. Mejor que la última reunión soporífera sí que estuvo, pero al no haber altavoces, se escuchaba más bien nada y la casa se atestó de gente. Toda esa gente se reunió en la cocina para una foto masiva y acabaron cantando el “yo soy español, español, español”, pues la colonia ibérica había aumentado aún MÁS aquella noche. “En Inglaterra voy a aprender más inglés que en cualquier otro sitio”, dije antes de irme… Quizás aprenda más veraneando en las Canarias.














 
















Finde de dormilona, salidas tranquis y lavado de ropa. ¡Comienza la Semana de desarrollo personal! (o semana sin clases para lo que quieras).

domingo, 23 de octubre de 2011

Estudiante de día, Erasmus de noche

… y hasta aquí todo sobre el lunes, el martes y el miércoles.
El jueves, tuve mi primera tarea académica “seria”: presentación oral sobre Séneca. No hay mejor forma de romper el hielo que hacerla sobre el papel negativo de la mujer en sus obras ante una clase femenina en un 90%. No me increparon por ello, pero sí por no darles copias de la presentación. Hace 10 años, habrían hecho alusiones al macho cabrío y lo habrían identificado con mi persona, pero hoy en día, en plena era de Internet y redes sociales, podría ser considerado un “troll” por ello. No era obligatorio, ¿algún problema? Por la noche, fiesta en una casa estilo “Los Sims 2”: vivienda unifamiliar de planta baja con garaje propio y caminito de piedra a través del césped a las afueras. Sí, amigos, ese es el tipo de viviendas que proporciona la UoC. Gran fiesta, gran masificación en poco espacio, grandes “tajarinas” y grandes risas entre los españoles citando a Goyo Jiménez, Muchachada Nui y otros grandes personajes del sur de Plymouth.
Al día siguiente, la cosa siguió y fuerte. No era para menos, pues se celebraba el día de mi nacimiento. Quedada en el “Temple Bar”, que al parecer es el típico sitio en el que todos quedan, como ocurre en cada ciudad, aunque, por suerte, no en todas las ciudades cuentan con karaoke esos sitios tan socorridos para la juerga. Ver a unas 30 personas a las que apenas conoces acudir por tu cumpleaños no tiene precio. Tras unas pintas, nos recorrimos absolutamente todo el ancho de la carretera y nos fuimos a la acera de enfrente, donde nos aguardaba el “Amphitheatre”. Disco-pub por excelencia para los amantes del baile en la modalidad “gusto por poder levantar un brazo sin darle al de atrás”. Al poco de llegar, sugerí un tema (mi queridísimo “Party Rock Anthem”) al DJ y me dijo exactamente lo mismo que la otra vez, cuando no se percató de mi existencia de forma intencionada: “de acuerdo, sí”. Se ve que uno de los españoles se acercó al DJ detrás de mí para decirle algo. Fue entonces cuando sonó por megafonía algo así como “el siguiente tema es una petición especial por el cumpleaños de Manu”. David, te quiero un huevo, tío.
Llegamos al sábado y nos llamaron para asistir a una fiesta en principio similar a aquella triunfal mencionada en la entrada anterior de este blog, la cual fue la mejor hasta aquel momento. Como bien dije, “en principio”. Y es que, dos noches seguidas de fiesta, las visitas al Zoo de Chester de esa misma mañana y otras actividades varias como las deportivas ofertadas por la UoC no tenían más remedio que pasar factura a los bebedores resacosos, por lo que unas 25 personas nos vimos en torno a una mesa notando los efectos soporíferos de la calefacción. En un último intento por resucitar a los presentes, decidimos buscar la fiesta en la misma universidad, pero ya habían cerrado el bar (¿habrase visto algo más triste que fallar en el último intento de diversión, que es la Students’ Union?). Total, que todos a casa. Más suerte la próxima vez.
El domingo, cumpleaños del bloguero, resfriado del bloguero y atracón de dulces por el cumpleaños del bloguero. Una caja de 75 dulces por 5 libras no está mal, ¿no? ¡Oh, tengo regalo y todo! ¡La taza de la UoC que quería! Gracias, tíos. ¿Ves? Ya no es tan grave el resfriado.

domingo, 16 de octubre de 2011

Hora de hacerse notar

Comienza otra semana más y esto sube de nivel: nos presentamos ante la clase de 1º a la que vamos a ayudar a aprender español. El tema consistía en quedar donde quisiéramos para entablar conversación y dejar que los chavales ganaran “flow” al hablar en la lengua de Iniesta (antes conocida como “lengua de Cervantes” [los grandes hombres se van sucediendo en la historia]). Tras las clases matutinas, comimos en el Subway (lo que aquí se conocía como “Boccata”) y nos tomamos el postre en la Antonina’s Gelateria, en una mesita fuera, disfrutando de la cálida brisa de principios de otoño y de los claros cielos desprovistos de nubes. Una clase más A LAS 5 y a casa a recordar lo cansados que estamos.
Martes, 11 de octubre de 2011: los españoles descubren Islandia. No, no me he comprado el libro de historia de “EdItOrIaAaAhHh Sa_AnTiLlAnAaAaHhH!”, es que nos hemos percatado de que existe un supermercado mejor que el omnipresente Tesco. El sitio en cuestión se llama “Iceland” y ofrece, entre otras cosas, cajas de 75 chocolatinas o alitas de pollo a 1,5 libras, pizzas a 1 libra y cajas de 20 hamburguesas a 2 libras. El sitio es, desde luego, la Tierra Prometida para los estudiantes. Cual ménades, enloquecimos y empezamos a llenar un carro (en inglés, “trolley” [sí, es cierto]) y, por 75 libras, hicimos la compra de todo el mes. Al escapar del trance consumista, nos dimos cuenta de un pequeño detalle: ¿cómo íbamos a llevar tantas bolsas? Fácil. Nos lo llevaban todo a casa… ¡y gratis! Cuando esté en España de vuelta, Iceland será una de las cosas que más eche de menos.
El miércoles tuvimos que quedar con otros españoles para diseñar la primera clase con nuestros alumnos de español. Tardamos una hora incluyendo la llegada, las charlas anexas a la actividad en sí y chorradas varias. Sin embargo, por lo que realmente destacó el día fue por la inauguración de una actividad conocida como “Language Café”, llevada a cabo en un bar de copas-hostal llamado “The Pied Bull” y en la que los interesados pueden conversar entre sí en la lengua que quieran mejorar. Yo estuve hablando casi toda la noche con una chica difícil de encontrar. No, no es eso, listos. La chica era (o es, porque no ha muerto) inglesa, pero el tener un novio español y el estar estudiando español le han permitido dominar perfectamente el acento jienense. ¿Era difícil de encontrar o no? Gran noche hablando con gente de todas partes del mundo: Inglaterra, Francia, Alemania, Portugal, Alicante… ¡cuantísimos aprendiendo español!
 En cuanto al jueves, quizá tan sólo una anécdota en clase de Tragedia. Nos hallábamos hablando sobre literatura latina (Séneca, el cordobés [sí, ese hombre que tiene unas becas en su honor y que suena tan importante era cordobés]) cuando el profesor (el Pirata) sacó un CD y lentamente, dando suspense a su discurso mientras acercaba el disco al radiocasete cogiéndolo con dos dedos mientras lo contemplaba, fue diciendo: “¿Cuál…es…la relación…entre Séneca…y “Shrek 2”? Rotura de caja y ano general.
Viernes, clase leve de 50 minutos y reunión española en una de las residencias. Poca cosa para ser un viernes, porque la fiesta se pasa al sábado esta vez…
…¡y de qué forma! ¡La mejor fiesta en lo que llevo de Erasmus! Nada de pagar entrada, ni de gente cortándote el rollo por querer pasar por en medio de tu grupo ni de música revienta-tímpanos que no te deja hablar y encima te deja sordo. La mejor fiesta Erasmus hasta el momento la organizaron en la residencia de una compañera española. Buena música (a buen volumen), buena gente, nada de gastar dinero por una Coca-Cola… ¡Y PUSIERON “PARTY ROCK ANTHEM”! ¡AL FIN! Los efectos secundarios no se hicieron esperar, fueron inmediatos. Más de uno sabe a qué me refiero. Hasta las 3 de la mañana disfrutando como un crío. ¡Ah, sí! Antes de dicha fiesta hubo otra a las 5 de la tarde organizada por la embajada Erasmus francesa, con crepes, Nutella, mermelada y todas esas cosas que para nada te abren el apetito pese a haber comido 2 horas antes. Gran sábado, sí señor.
El domingo tocó volver a lo académico, a la limpieza de la pocil…de la casa y a la aceptación de las solicitudes de amistad del Facebook, productos de una gran noche. Como dirían los Beatles, ¡qué noche la de aquel día!

domingo, 9 de octubre de 2011

Etapa Xaviniesta: toca organizarse

Comienza la semana y yo me acuesto a las 2 y media en domingo. ¿Fiesta? No. El nuevo compañero de piso llegó desde Manchester tras salir del trabajo a las 23:00 y sin llave porque el que tenía su habitación antes aún estaba viviendo con nosotros cuando acordó el alquiler con el casero. No había vuelto a aparecer por Chester desde entonces. Bueno, si aguanté hasta el amanecer toda la fiesta de Fin de año despierto (sin la ayuda del alcohol, como sabréis los que me conocéis), podía aguantar eso. Llegó y con comida india. Bueno, no había cenado, así que… why not? No estaba nada mal… gracias al agua. ¡Dios, cómo picaba!
A la mañana siguiente, empezaron las “clases”. Vamos, las presentaciones. La primera clase la da un tipo de 1,80 con una larga cola y una perilla canas. Muy majo el colega hippie-rockero-friki. La segunda, A LAS 5 DE LA TARDE,  la imparte una profesora vasca y es una especie de cursillo para futuros profesores de inglés y español. De hecho, lo primero que hicimos fue dividirnos en grupos de “docentes” para dar clases de español a alumnos ingleses de la UoC. Mi compañera granadina y yo vamos a tener a nuestro grupo contando chistes de leperos en “ná y menos”.
El martes, conocimos a la clase de Literatura gótica (no, no tiene nada que ver con los pinchos… aunque sí con el negro). La profesora es de hacer bromas y es súper divertida… para los hablantes nativos. Los españoles repasábamos el horario en nuestras mentes y leímos el programa de la asignatura mientras los ingleses se partían la caja. La asignatura es una pasada: nos han mandado leer “Frankenstein”, “Entrevista con el vampiro”, “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, “Drácula” y “El resplandor”. Faltó “El retrato de Dorian Grey” para hacer pleno. Bueno, ahora vamos a la librería a comprar el primero (para mí, el de Jekyll y Hyde, porque me traje a Frankie conmigo cuando vine). ¡Ahí están los de literatura inglesa! A ver… ¡TODOS ESTÁN EN FILA! ¡5 LIBRAS! ¡6! ¡7! ¡EL RETRATO DE DORIAN GREY! ¡Dios! ¡Mira por dónde, ahora es cuando voy a empezar mi propia colección de libros! Por la tarde, una media horita de running para demostrar que estoy hecho un toro (concretamente, uno a punto de ser enviado al matadero), y a casa a relajarse un poco. ¡Los españoles salen por ahí! Pues eso, a relajarse.
Miércoles: día consagrado a Mercurio (y por ende, a Hermes), y sin clases, (y por ende, jornada oficial de la fiesta). Mi compañero escocés de Manchester de padre ital… bueno, “el nuevo” y yo fuimos a Revolution, un pub cuya entrada se sitúa tras el Paso de los Antiguos Reyes de los Hombres… digo… por dos porteros colosales que, con ver que mi DNI no era inglés, me dejaron pasar. Dijeron algo así como “pagad en el ordenador de la izquierda una vez entráis. Donde está la chica.” Ni me enteré… ni quise enterarme cuando vi a mi compañero y a un amigo suyo que iba con nosotros pagando. Me hice el español: si es gratis, mejor. El pub, como estructura, está bien, pero estaba al 15% de su capacidad, y así, no mola. Encontramos al grupo con el que habíamos quedado. Se estaban poniendo “moraos”, naranjas, azules y amarillos con tanto cóctel. Madre mía, qué espectáculo.
Es jueves y toca conocer a las clases de Variedades del inglés y Tragedia. La primera era inglesa en un 98%, por lo que difería un poco de la de Fonética inglesa, allí en la UHU, y no sólo por la nacionalidad del alumnado. Me explico: Fonética inglesa y Variedades del inglés tratan las acentos y dialectos dentro de las islas británicas, pero Variedades del inglés, al darse en las mismas islas británicas, es una especie de reflexión y debate entre los acentos de los alumnos matriculados en ella. Es como si diéramos una asignatura llamada “Las variedades del español” en España: todo sería un continuo intercambio de frases tales como “pues en Madrid lo llamamos así”, “pues en Huelva, a diferencia de Granada, hablamos de esta forma”, etc. Triunfo con el primer ejercicio que nos mandan: presentar al resto de la clase tu propia variedad del inglés. Guay. Ante tal contratiempo, hablé con la profesora Joanne Close, o “Jo”, como a ella le gusta que le llamen (jo, jo! Wazz’up man!). Perdón, tenía que hacerlo. Jo me dijo que podía presentar mi propia variedad del español, si lo prefería.
Dicho y hecho. Llegó el viernes y los ingleses aprendieron qué es un choco, qué es algo trocho y que nosotros decimos “ehtado”. Ya van por delante de todos aquellos que viven entre el Cantábrico y Despeñaperros. ¡Se dice “ehtado”, no “ejtado”! ¡Ejem!… prosigo. Se acabó la dura semana de presentaciones y del “curzo d’andalúh”. Comienza el finde. ¡Ah, perdonad! ¡Se me olvidaba la clase de Tragedia del jueves! Bueno, básicamente, sólo tengo que añadir que hablo en nombre de toda la clase cuando digo que, al entrar el profesor, creí que era un vagabundo que se había colado. ¡Valla pintas! Barba y pelo canosos y desaliñados, coleta, gesto entre el cansancio y el éxtasis (la droga, no el estado) y andares más propios de un paso de Semana Santa. Yo lo llamo “el Pirata”. En lo profesional, muy bueno profesor y muy divertido. No hay que mezclar las churras con las merinas.
Sábado. Nada en especial para hacer. Sólo libros para leer y el recuerdo de cómo el DJ de Amphitheatre se pasó la petición que le hicimos por los vinilos. ¡No he oído “Party rock anthem” desde que llegué! Sólo me queda oírla en mi portátil… en mi cuarto… a puerta cerrada… llorando mientras la bailo… Pero vamos, que me lo pasé bien igual. Una de las mejores noches desde que llegué. Por lo demás, lo dicho: libros para leer y alguna que otra actividad típica de introducción a las asignaturas.
¡Por fin domingo! Día del Señor y del fútbol. Nos toca la primera de las dos sesiones de prueba de fútbol 7. Nuestro equipo para el primer partidillo lo formamos cinco españoles (totalmente improvisado) y dos ingleses: Ash (si has pensado en Pokémon, eres tan friki como yo cuando me dijo su nombre) y un chaval que, al igual que nuestro compañero de piso, se llama Junaid, le gusta que le llamen Jade y viene de Manchester. Esto empieza a asustarme. El nivel de juego no era muy alto, pero el 5-1 nos lo endosaron igual. Sin que sirva de excusa, el árbitro no vio ni una mano, ni un codazo a la barbilla ni un placaje. Repito: sin que sirva de excusa. Al menos hicimos deporte. Luego tocó limpieza y lectura envuelto en un aura de somnolencia.

domingo, 2 de octubre de 2011

Freshers' Week: comienza la auténtica Erasmus

Bueno, pues a la semana siguiente, mañana en la UoC con MÁS actividades y papeleo. Nos apuntamos para una sesión de senderismo por Gales y un tour por Liverpool en el finde. Tras MÁS compras, comemos a las cinco y pico de la tarde en un fast-food sólo de pollo llamado Unichicken. El local, al igual que Unikebab, en la puerta de al lado, es llevado por unos turcos de los cuales nos hicimos amigos el primer día por el simple hecho de compartir inmigración. *Nota mental: no volver a pedir chili*. Por la noche, la primera fiesta EN CONDICIONES: vamos a un local llamado Off the wall (básicamente, porque está fuera de los muros) con el grupo reclutado durante la semana pasada para estudiar… claro está.
Ya es martes y hacemos una semana en Chester. MÁS papeleo, MÁS compras y volvemos a entrar en Internet desde una sala de relax dentro de la biblioteca de la UoC. Por la noche, MÁS marcha en Havana con MÁS gente. Sigo asombrado con la vida nocturna en Chester. Es brutal.
Saltamos al jueves para hablar de cómo quedamos con la peña a las 22:30 en la uni para una fiesta en el edificio de la Students’ Union pero a la que al final no todos asistimos. Casi todas las chicas disfrazadas de colegialas y algunos chavales vestidos como empollones completamente cocidos saliendo del edificio, mientras nosotros nos parábamos cada 5 pasos para que Nate, nuestro gurú de la noche y reclutador de Erasmus por excelencia, dijera “the Students’ Union sucks”. Al final, fuimos 4 los que decidimos no entrar e irnos a Havana para pasarla tranquilos.
Anfiteatro romano.

Jardines romanos.

Entrada a los jardines romanos.

Río Dee.

Hobbiton.

Chester desde West Cheshire.

Hipódromo "The Roodee".

Postres en Missoula.
Ya es viernes y me cuentan las españolas que sí fueron a la fiesta que fue un auténtico guarreo con las colegialas en sujetador. No haré ningún comentario al respecto. Esta noche se prevé una gorda por ser el día grande de la semana de adaptación para los “freshers” (alumnos de 1º) y los Erasmus. Por el momento, el menda se ha apuntado a hacer las pruebas para fútbol 7, se ha acercado al gimnasio y… ¡por fin tiene Internet en casa!
El sábado toca un poco de limpieza general y una fiesta tranquilita en la terraza de una de las residencias después de adquirir unas botas para fútbol 7 en un sitio llamado “Sports world”, cuyo logo se parece sospechosamente al de Intersport (that’s suspicious). No sé si es porque hoy es el derby de Merseyside (Liverpool-Everton), pero 2 de cada 5 personas lleva la camiseta de los Reds (el menda, incluido). Por cierto, ganó el Liverpool.
Domingo y viaje a Liverpool después de la victoria. Algo de lluvia y cielo gris, pero es que hay que recordar que THIS-IS-ENGLAND! Liverpool es precioso. Visitamos una calle llena de alusiones a los Beatles (The Cavern, el Hall of the Fame, dos tiendas de souvenirs…), vimos lo que pudimos de la ciudad (no, los estadios no), como el bus-barco que llevaba a los turistas por las calles y el río Mersey, y comimos en Pesto, un ristorante italiano de camareros españoles donde los platos eran algo más grandes que una tapa. Raciones generosas y precios razonables (¿dos platos y una bebida por 9,85? D.P.M). Luego, un mocha “mediano” tan grande como un tazón de cereales en Costa Café y Chester a descansar. Ya volveremos, Anfield… espérame.
Camino a Liverpool :)

Alberto, príncipe consorte.

Esto SÍ que es una residencia...

...y esto, una parada de bus.

Con nuestro colega John.

Museo de L'pool.

La alondra, símbolo de la ciudad y el equipo.

ERROR 404: WATER NOT FOUND.

Sí, estuvimos allí.
Éste es el café gigante en cuestión.