domingo, 23 de octubre de 2011

Estudiante de día, Erasmus de noche

… y hasta aquí todo sobre el lunes, el martes y el miércoles.
El jueves, tuve mi primera tarea académica “seria”: presentación oral sobre Séneca. No hay mejor forma de romper el hielo que hacerla sobre el papel negativo de la mujer en sus obras ante una clase femenina en un 90%. No me increparon por ello, pero sí por no darles copias de la presentación. Hace 10 años, habrían hecho alusiones al macho cabrío y lo habrían identificado con mi persona, pero hoy en día, en plena era de Internet y redes sociales, podría ser considerado un “troll” por ello. No era obligatorio, ¿algún problema? Por la noche, fiesta en una casa estilo “Los Sims 2”: vivienda unifamiliar de planta baja con garaje propio y caminito de piedra a través del césped a las afueras. Sí, amigos, ese es el tipo de viviendas que proporciona la UoC. Gran fiesta, gran masificación en poco espacio, grandes “tajarinas” y grandes risas entre los españoles citando a Goyo Jiménez, Muchachada Nui y otros grandes personajes del sur de Plymouth.
Al día siguiente, la cosa siguió y fuerte. No era para menos, pues se celebraba el día de mi nacimiento. Quedada en el “Temple Bar”, que al parecer es el típico sitio en el que todos quedan, como ocurre en cada ciudad, aunque, por suerte, no en todas las ciudades cuentan con karaoke esos sitios tan socorridos para la juerga. Ver a unas 30 personas a las que apenas conoces acudir por tu cumpleaños no tiene precio. Tras unas pintas, nos recorrimos absolutamente todo el ancho de la carretera y nos fuimos a la acera de enfrente, donde nos aguardaba el “Amphitheatre”. Disco-pub por excelencia para los amantes del baile en la modalidad “gusto por poder levantar un brazo sin darle al de atrás”. Al poco de llegar, sugerí un tema (mi queridísimo “Party Rock Anthem”) al DJ y me dijo exactamente lo mismo que la otra vez, cuando no se percató de mi existencia de forma intencionada: “de acuerdo, sí”. Se ve que uno de los españoles se acercó al DJ detrás de mí para decirle algo. Fue entonces cuando sonó por megafonía algo así como “el siguiente tema es una petición especial por el cumpleaños de Manu”. David, te quiero un huevo, tío.
Llegamos al sábado y nos llamaron para asistir a una fiesta en principio similar a aquella triunfal mencionada en la entrada anterior de este blog, la cual fue la mejor hasta aquel momento. Como bien dije, “en principio”. Y es que, dos noches seguidas de fiesta, las visitas al Zoo de Chester de esa misma mañana y otras actividades varias como las deportivas ofertadas por la UoC no tenían más remedio que pasar factura a los bebedores resacosos, por lo que unas 25 personas nos vimos en torno a una mesa notando los efectos soporíferos de la calefacción. En un último intento por resucitar a los presentes, decidimos buscar la fiesta en la misma universidad, pero ya habían cerrado el bar (¿habrase visto algo más triste que fallar en el último intento de diversión, que es la Students’ Union?). Total, que todos a casa. Más suerte la próxima vez.
El domingo, cumpleaños del bloguero, resfriado del bloguero y atracón de dulces por el cumpleaños del bloguero. Una caja de 75 dulces por 5 libras no está mal, ¿no? ¡Oh, tengo regalo y todo! ¡La taza de la UoC que quería! Gracias, tíos. ¿Ves? Ya no es tan grave el resfriado.

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